SUTE´P.VER LLORAR A VELASCO
SUTEP TRUJILLO.PERU
VER LLORAR A VELASCO.
Por Eduardo Gonzalez Viaña
"Aprendí a creer en ese
hombre cuando lo vi llorar."- me confesó Chabuca Granda acerca
del general Juan Velasco Alvarado.
Nuestra genial cantautora había
sido invitada por el presidente a una reunión en palacio de
gobierno. Con su anfitrión, se encontraban reunidos todos sus
ministros y uno de ellos, Jorge Fernández Maldonado, le
pidió que cantara algo de su creación.
No se hizo de rogar Chabuca y, de
inmediato comenzó a entregarles "Paso de vencedores", la
canción inspirada por el ingreso del ejército peruano a
Talara para recuperar el petróleo explotado ilegalmente por la
International Petroleum Company.
Paso de vencedores, tierra en rescate.
Clarines de la dignidad. Sol del Obrero…
Campesino triunfador, hermano nuevo
Olores de revolución, patria en barbecho
Soldado: toma la luz del guerrillero…
-¡Otra, otra!
¿Qué vino después?... Chabuca Granda había escrito diez canciones dedicadas al poeta Javier Heraud.
¿Por qué le cantaba
Chabuca?...Los dueños del país querían hacernos
creer que ellos representaban las ideas cristianas. Sin embargo,
día tras día, demostraban que no había
materialismo más perverso que el suyo. El sacrificio de aquel
muchacho de 21 años mostraba al mundo la bestialidad de los
opresores.
La sangre que entregaste nos ahoga
desde el fondo del tiempo y tu canoa.
Javier Heraud, como después lo
harían Luis de la Puente Uceda y los guerrilleros se
habían levantado contra un orden bárbaro en el que los
campesinos indígenas era considerados semiseres humanos mientras
que los gobernantes obedecían los dictados del extranjero y
alquilaban nuestro petróleo por la cantidad con que se paga un
año en una pensión barata.
Alguna vez, Velasco explicaría
que el gobierno de turno ordenó a los militares reprimir la
insurgencia, y ellos cumplieron. Pero al salir del campo descubrieron
que los guerrilleros tenían razón. Se dieron cuenta de
que la condición de los campesinos era inicua.
Por esta razón, el 3 de octubre
de 1968, las Fuerzas Armadas habían protagonizado un
pronunciamiento institucional. Apenas en el gobierno, el
ejército había entrado en Talara para recuperar el
petróleo como después lo harían con las minas, las
aguas y los recursos naturales.
La reforma agraria significaría
la entrega de la tierra a quienes la trabajan y el reconocimiento de la
condición humana de los hombres del campo. La amnistía de
los presos políticos demostraría además que las
fuerzas armadas, encabezadas por Velasco Alvarado, querían
construir una democracia social con la participación de todos.
El joven al que Chabuca estaba
cantando era el mejor poeta joven del Perú y tenía
enfrente una vida con muy amplias perspectivas. Sin embargo, todo lo
había sacrificado por solidaridad con los más pobres.
Javier guardaba parecido y continuidad
con ese otro chico, Mariano Melgar, también enfrentado contra el
despotismo, que en 1815 viera los fusiles de los soldados
españoles dirigidos contra él en un silencioso muro de
Umachiri.
Y por fin, Javier era también
la imagen de ese joven valiente que había protagonizado la
rebelión de todo un continente contra el déspota
español, Túpac Amaru. Tupac Amaru se llamaron a partir de
entonces los grupos de hombres que en uno y otro lado del mundo
sacrificaban su libertad y sus vidas por esa misma idea. Y Tupac Amaru
era el retrato con que Velasco había ordenado sustituir las
imágenes del infame conquistador.
Por eso, no había terminado de
cantar Chabuca cuando pudo observar que los ojos del general Velasco
estaban húmedos. El hombre que después sería
considerado por algunos un dictador, derramaba lágrimas y
escondía el rostro. Lo mismo hacían otros generales.
-"Aprendí a creer en Velasco
cuando lo vi llorar".- me dijo Chabuca Granda. En estos momentos se
cumplen 50 años de esa historia.